«Es un relato duro, sí, y supongo que incluso, para cierto tipo de timorato, ofensivo. A mí me pasa todo lo contrario: no solo no me ofende, me siento muy identificado con la actitud del personaje principal, Juliet, sobre todo en la primera parte del libro, y digo su actitud frente a temas de los que aún hoy se habla poco y mal (con absurdos recatos o con cuidado de no ofender la moral imperante o no pasarse con la incorrección política), y en este sentido la historia, creo, debe ser leída e incluso debiera serle escupida en la cara a más de uno».

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