«La utopía del progreso no es el paraíso, al igual que no lo es la vuelta a los orígenes. Sobre esta base se asientan cuentos de renovado estilo gótico sureño en los que nos situamos en una región enferma, podrida por la violencia y el patriarcado, a la que le rodea la naturaleza más decadente y bárbara que podamos imaginar. Asimismo, está habitada por salvajes que creen en las leyendas primigenias de la sangre, la muerte y la vejación, salvajes disfrazados de hombres contemporáneos pero que siguen eternos patrones arcaicos sociales de represión y maltrato».