«Que la belleza de su prosa no lleve a engaño, debajo de la delicadeza y el cuidado con el que Dara construye sus historias se esconde algo feroz y despiadado. Recuerda a Fleur Jaeggy en la turbación deslumbrante de su prosa, a Ingeborg Bachmann en la importancia de los silencios, a Agota Kristof en la pasión cruel con que construye a sus personajes. Un jardín carnívoro es una novela bellísima, y como sucede con todas las cosas hermosas, hay también en ella algo turbador.»
—Layla Martínez, autora de Carcoma